«El hábitat refiere al entorno -natural y construido- que presenta las condiciones en las que viven y se desarrollan las personas. Estos contextos resultan fuertemente determinantes en las trayectorias de vida que las distintas personas tendrán, los cuales serán a su vez causa y efecto del éxito que cada uno de ellos tendrá en relación a su desarrollo personal e integración social, primero al sistema educativo y luego al mercado laboral. Por último, esos trayectos se verán reflejados en un montón de indicadores, tales como años de educación aprobada, ingresos, desnutrición infantil y esperanza de vida, entre otros tantos. Si se hace el ejercicio de mirar los mapas que muestran los resultados de estos indicadores a lo largo del país y de las ciudades, se verá que en todos ellos que “caprichosamente” los mejores valores se encontrarán en las mismas zonas del territorio; la contracara es que los peores resultados se ubicarán también siempre en los mismos barrios.
Respecto a esto, no se puede hablar de suerte o causalidades. Lo que sucede es que los círculos de pobreza y exclusión se retroalimentan. Lamentablemente, quienes están en situación de pobreza y exclusión, estarán cada vez más así si no hay acciones e iniciativas de alto impacto que se sostengan en el tiempo y que permitan cortar estos ciclos, los cuales funcionan como espirales: donde cuando más cerca se está del centro -”del núcleo duro de la pobreza”-, más difícil es salir de allí.
Para este año, las Naciones Unidas definieron que el Día mundial del hábitat se enmarque en el tema “Cerrando la brecha. No dejar a nadie, ni ningún lugar, detrás”. En la misma línea, TECHO quiere poner de manifiesto una vez más la importancia de construir entornos físicos -ciudades, barrios y asentamientos- que favorezcan el desarrollo pleno de las personas y que respondan a sus necesidades.
Viviendas adecuadas para vivir tranquilos; veredas y caminería para circular por los barrios; calles y ómnibus para conectar con las áreas centrales de la ciudad; plazas y parques para fortalecer comunidades; agua y saneamiento para tener más higiene y salud; fuentes de trabajo locales y educación en el barrio para crecer.
Los entornos donde nacemos y crecemos son condicionantes pero no determinantes; son también dinámicos: están en constante cambio. En tales procesos, es clave que la sociedad civil y el Estado acompañen, apoyen y reconozcan a las comunidades para que sean ellas, en definitiva, quienes lideren los procesos de construcción social y transformación del hábitat.»
Reflexión – Santiago Rodriguez Alsina, director ejecutivo de TECHO en Uruguay.